Cuando un estudiante debe decidir los estudios, no está decidiendo solo lo que hará los próximos dos o cuatro años, sino a lo que se dedicará profesionalmente una parte muy importante de su vida, o lo que es lo mismo, está decidiendo su futuro.
Aunque los estudiantes empiezan a tomar decisiones a partir de 3º ESO, los cursos clave son 4º ESO, 2º bachillerato y CGFS. En esos cursos, el estudiante tiene entre 15 y 17 años.
Si le preguntamos a un estudiante de 15 años que significa para él “futuro”, este nos dirá: lo que sucederá a una semana vista. Eso no hace más que confirmar que, aun siendo conocedor de la importancia que tendrán sus decisiones en su futuro, no es consciente de la magnitud de esas decisiones. Los estudios le llevarán a una profesión y esa profesión será el motor de su vida.
Podríamos entender que el beneficiario directo de acertar en las decisiones académicas y profesionales es el estudiante, sin embargo la responsabilidad de que decida bien no la deberíamos delegar al mismo estudiante, porque como hemos dicho anteriormente no es consciente de la magnitud. La responsabilidad debería ser de los padres.
A menudo, los padres intentan delegar su responsabilidad en nosotros los tutores u orientadores, cuando a nosotros nos pueden delegar el trabajo de orientar, pero nunca la responsabilidad de la decisión. La decisión sobre el futuro de un estudiante se debe tomar en lo que conocemos como unidad familiar.
Por lo tanto, te recomendamos que en tu rol de orientador, no pienses solo en el estudiante cuando diseñes tu plan de orientación, sino que deberías incluir también a los padres.
Te damos 10 consejos que te ayudarán a la hora de realizar una orientación en unidad familiar:
Entiende como unidad familiar, la suma del estudiante y de los dos padres (o tutores legales), siempre que el estudiante mantenga, voluntaria o involuntariamente, la relación con los dos.
Siempre que no haya motivos extraordinarios que lo impidan, para realizar la orientación, te recomendamos que no hagas reuniones por separado.
Céntrate en exclusiva a tu tarea de orientar y no caigas en el error de mediar en otros aspectos.
Tu rol es de orientador, por lo tanto tu misión es la de asesorar y aconsejar, no la de decidir por ellos. Por mucho que les cueste, la deben tomar ellos y no tu.
Asesóralos para que la decisión sea consensuada y pactada entre ellos. Pueden necesitar 1 día, 2 semanas o 3 meses, pero aconséjalos para que la tomen en equipo, porque les será más fácil superar las adversidades que se encontrará el estudiante en el futuro.
Intenta asesorar a los padres que no se trata solo de lo que a ellos les gustaría, sino de lo que es mejor para el estudiante. Intenta protegerlo. Lo que se está decidiendo es su futuro.
El objetivo de que el estudiante se forme es convertirse en un profesional para ganarse la vida y ser feliz. Un grado universitario o una formación profesional son iguales de buenas para conseguir ese objetivo.
Una orientación no es la culminación de nada. Saber el camino que le llevará a su objetivo no le asegura el éxito. Después de la decisión existe un camino académico que hay que superar.
Anima a los padres a que sean generadores de oportunidades. Que abran la mente y vean que existe un mundo de oportunidades mucho más allá de su ciudad.
Los estudios no son un coste, son una inversión. Si para alguien que tiene estudios, conseguir un empleo no siempre es fácil, explicarles que para alguien que no tiene estudios es casi imposible.
Si en tu plan quieres contar con una herramienta que te lo pone fácil, cuenta con MeOrienta, que en 5 sesiones te permite hacer de forma colectiva una orientación personalizada, y en la que los padres pueden participar desde casa. Y si lo deseas, MeOrienta dispone del módulo one2one, que te permite realizar una orientación para la unidad familiar.
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