Lluís Vila Prat, presidente de FAPAES (Federación de asociaciones de Padres de Alumnos de educación de secundaria de Catalunya) ha escrito un interesantísimo artículo en la revista "Mon Docent" que recomendamos que leas. En catalán.
Accede al artículo original en el enlace de abajo. Revista número 16- Pagina 16-17 https://issuu.com/moneditorial/stacks/8d570abb5b1a4ea6b7c2b9e073c92c36
Puedes leer el articulo traducido al castellano a continuación.
La orientación educativa no se puede limitar a ofrecer una serie de sesiones de tutoría a 4.º de la ESO y alguna reunión personal entre el tutor y el alumno. Orientar es acompañar la toma de decisiones y dar pautas porque el alumnado tenga criterio para tomar estas decisiones. Por lo tanto, es un proceso que tendría que durar toda la etapa educativa y que tendría que permitir a cada estudiante crear su propio proyecto vital.
Desgraciadamente, pero, tenemos un modelo educativo que pone los conocimientos y los contenidos académicos -a veces sin demasiada aplicación práctica y, a menudo, con poca capacidad para captar el interés - del alumnado- por encima de una educación que ayude el estudiante a tomar decisiones y tener criterio en la hora de despertar una vocación o dar a conocer salidas profesionales. Carencia más infusión curricular que introduzca conceptos relacionados con el mundo laboral o con las diferentes disciplines profesiones.
La orientación tiene que ser garantía de prevención del abandono escolar, por lo tanto, tiene que ser inspiracional y no prescriptiva. El alumnado tiene que ser capaz de cambiar el itinerario cuando la vía elegida esté agotada o haya estado errónea.
Hay que diferenciar, en este sentido, entre orientación vocacional -qué es el que me gusta-, orientación académica -qué es el itinerario académico que tengo que seguir para lograr mi vocación- y orientación profesional -qué profesión, qué puesto de trabajo, estoy capacitado o capacitada para llevar a cabo.
El ALUMNO, EN EL CENTRO!
Por otro lado, es importante recordar que los tutores, orientadores y el equipo docente el que tienen que hacer es orientar y las familias, acompañar. Y ambas tareas se tienen que llevar a cabo desde la complicidad para empoderar el alumnado porque cree su propio proyecto vital y pueda pensar, así, en su futuro vocacional, formativo y profesional. También es necesario remarcar aquí la importancia que la orientación la realice un profesional formado a tal efecto, puesto que, a menudo, se desorienta más que no se orienta. El papel de las familias, por lo tanto, tendría que ser de acompañamiento al alumnado en la toma de decisiones, aconsejándolos desde su experiencia. Motivarlos a seguir adelante, a superarse, a no limitar sus expectativas y estar a su lado cuando se equivoquen o necesiten ayuda. Las familias tenemos que tener una actitud proactiva, pero no invasiva.
SIN ESTIGMAS NI PREJUICIOS
Así mismo, la orientación tiene que ser garantía de prevención del abandono escolar, por lo tanto, tiene que ser inspiracional y no prescriptiva. El alumnado tiene que ser capaz de cambiar el itinerario cuando la vía elegida esté agotada o haya estado errónea. Además, se importando señalar aquí que el concepto de éxito o fracaso no puede estar vinculado a la elige de un itinerario formativo, sino que tiene que estar vinculado a otros parámetros que van más allá, tanto temporalmente como académica. Tenemos que romper el esquema mental de muchos padres y madres según los cuales si su hijo hace bachillerato ha triunfado y si hace un ciclo ha fracasado, porque esto no es así. Tenemos que ver el éxito como la habilidad para superarse a sí mismo, ganando a las dificultades propias y las adversidades del entorno. Basta de confundir el triunfo con tener un título académico. También tenemos que poner en valor y dar reconocimiento social en los estudios profesionalizados desconsiderar la FP y, sobre todo, los PFI. Esto lo tenemos que hacer entre todos los agentes: docentes, familias, administración, instituciones, pero, sobre todo, las empresas. Porque son ellas quienes tienen la clave para cambiar la visión actual de los operarios y convertirlos en profesionales cualificados, reconocidos y altamente valorados por la sociedad. Quizás solo es una cuestión de discurso y de hacer visibles estos profesionales.
EL CAMINO HACIA EL MERCADO LABORAL
Finalmente, hay que subrayar que la orientación no empieza ni acaba con la elige de un itinerario educativo. Esta orientación y acompañamiento es imprescindible mantenerla a lo largo de toda la etapa postobligatoria, pero previamente hemos tenido que ayudar al alumnado a descubrir su vocación o las áreas que más le gustan y, posteriormente, ayudarlo a decidir qué profesión encaja más con sus intereses, capacidades y habilidades En la FP, sobre todo a los PFL y CFGM, la orientación es clave para prevenir el abandono y ayudar el alumnado a hacer la transición hacia estudios superiores o entrar en el mercado de trabajo.
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