El abandono es una de las principales preocupaciones que tienen los gobiernos de muchos países. Una preocupación que aumenta también exponencialmente en los padres, que esperan que sus hijos acierten en la elección de futuro.
No es para menos. Cada año el abandono de los estudios superiores aumenta. Solo en el primer año abandonan la carrera que empiezan, según el país, entre el 30% y el 40% de los estudiantes. En Argentina, por ejemplo, en un plazo de 6 años solo se gradúan el 30%.
Hay estudios que identifican 3 aspectos claves en el abandono: a) Elegir al corto, b) Falta de competencias personales, c) Desconocimiento de los estudios y profesión de futuro.
Aunque en otro momento abordaremos esos 3 aspectos con más profundidad, hoy nos gustaría centrarnos en las herramientas disponibles para los orientadores y tutores en su tarea de orientar a sus estudiantes.
Muchos de ellos siguen utilizando el test, (o alguna variante digital) y que, en algún caso, su primera publicación es del inicio de los años 90. El mismo periodo en el que Sony lanzo el Walkman o llego el internet a las primeras casas. ¿Lo recuerdan? Y es que 30 años son mucho, y más cuando ahora vemos todo lo que puede hacer la tecnología y la inteligencia artificial.
Otros dan acceso a portales, donde los estudiantes buscan información de carreras, formación profesional o notas de corte, les llevan a ferias de universidades e invitan a algún padre a que explique su profesión.
Nadie puede dudar del compromiso que tienen los orientadores y tutores, y está de más decir que hacen todo lo que está en sus manos para ayudar a sus estudiantes a decidir su futuro, pero son los primeros que miran con impotencia como al final, uno de cada 3 abandona.
Para buscar una solución, ¿por qué no empezamos por identificar algunos aspectos del proceso?:
La orientación es un proceso de toma de decisiones donde el estudiante deberá decidir sus estudios superiores. Esos que le darán la posibilidad de convertirse en un profesional. Por lo tanto, el objetivo no debería ser la formación, sino elegir la profesión, para a continuación diseñar el camino académico más estratégico que le lleve a conseguirla.
Si un estudiante hace un bachillerato de ciencias sociales, por ejemplo, difícilmente conseguirá hacer una carrera de biotecnología, y si estudia medicina, no conseguirá trabajo como abogado. Difícilmente nadie le dará trabajo si no tiene experiencia o conocimiento, o ¿Usted dejaría que una persona le operara sin tener el título de cirujano? La corriente ideológica que se está poniendo de moda de que, si te equivocas, no pasa nada, es como mínimo arriesgada. Pueden pasar años hasta conseguir reorientar una mala elección.
Si el objetivo es la profesión, la pregunta es: ¿Qué hace un biotecnólogo, un médico, un abogado, un ingeniero de datos, un publicista o un maestro? ¿Eso encajará conmigo? ¿Me gustará?
El estudiante debe decidir su profesión y elegir el camino académico, por lo tanto, está tomando una decisión de futuro, y cómo dice la RAE en la definición de Futuro: Que existirá o sucederá en un tiempo posterior al presente. Y para poder saber o medir el futuro se deben elaborar hipótesis, que es una suposición hecha a partir de unos datos que sirve de base para iniciar una investigación o una argumentación.
Y durante ese proceso de toma de decisiones, el estudiante tiene a su lado al orientador o tutor, que no es la persona que debería decidir, sino que es quien debería ayudarle a tomar la decisión mediante el conocimiento y la experiencia, y con el objetivo de conseguir que el estudiante tenga la confianza, la tranquilidad y la seguridad de que lo está haciendo bien.
Ahora ordenemos esos conceptos:
Hagamos que el orientador o tutor se empodere de conocimiento para ayudar a su estudiante a decidir, pero no a través de información de grados, ponderaciones, universidades o notas, que todas ellas las podemos encontrar en Google, sino dándole argumentos y narrativa que le permita centrarse en lo importante: dar seguridad, confianza, y tranquilidad a sus estudiantes en el momento de la decisión.
Hagamos que los orientadores y tutores ayuden a sus estudiantes a conocer sus fortalezas y ADN profesional desde un entorno 360º, para que tengan una visión holística de su potencial.
Ayudémoslos a que sus estudiantes puedan saber qué hacer con su talento y ADN profesional en el mundo profesional, para que decidan su profesión, y continuación diseñen el camino académico más estratégico. Démosles acceso a mentores profesionales.
Por último, ayudemos a los orientadores y tutores a que guíen a sus estudiantes en el diseño del camino académico más estratégico para que elijan el bachillerato, la carrera y la universidad. Igualmente para la formación profesional.
No los ayudaremos mucho si esto lo deben hacer con un Excel, pero sí que podemos empoderarlos y darles herramientas para que ayuden a sus estudiantes a crear hipótesis de futuro de acuerdo con el histórico de miles de estudiantes, utilizando herramientas científico-tecnológicas disruptivas como MeOrienta.
Diferenciamos a tu colegio empoderando a tus orientadores y tutores para que sean asesores estratégicos de futuro y damos a vuestros estudiantes herramientas disruptivas que permiten, mediante hipótesis, medir el futuro para acertar en las decisiones.
Y es que el futuro no se puede asegurar, pero sí que se puede medir.
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En el comprosmiso que tenemos en Zeno Quantum con la igualad de las personas, el texto está redactado en género masculino ya que la RAE mantiene que el masculino genérico se usa para ambos sexos y que no excluye a la mujer.
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